📘 El Eternauta — De la página 66 a la 75
Subtítulo: Rastros del enemigo y aparición del ejército humano
🔹 Resumen (págs. 66 a 75)
Después del secuestro de Pablo, el grupo queda emocionalmente afectado, pero se mantiene activo. Salvo sale nuevamente, y en la ciudad vacía observa huellas extrañas en la nieve. Se trata de pisadas de gran tamaño, con formas no humanas, lo que sugiere que ya hay seres caminando por Buenos Aires, distintos de los hombres.
Las salidas del grupo se vuelven más frecuentes y sistemáticas. Recogen armas, víveres, objetos útiles. Al mismo tiempo, toman precauciones: los trajes siguen siendo vitales. La nieve aún cae, aunque con menor intensidad.
En un momento clave, durante una de esas salidas, el grupo es interceptado por soldados humanos armados. Esta vez no se trata de enemigos ni de bandas hostiles: es el ejército nacional. Los reciben sin dispararles, aunque con firmeza. Los soldados los llevan a un edificio donde funciona un centro de operaciones militares. Allí, los protagonistas descubren que no están solos: hay otros grupos que han logrado organizarse, y el ejército ha logrado mantener ciertos focos de resistencia.
Por primera vez en muchos días, Juan Salvo y sus compañeros se sienten parte de algo más amplio. Aunque todavía no saben quiénes son exactamente los enemigos, ni qué grado de control tienen sobre la ciudad, este contacto con las fuerzas armadas marca un nuevo momento: la transición de lo doméstico a lo colectivo, de la defensa individual a la guerra organizada.
🔹 Interpretación alegórica y lectura épico-civil (págs. 66 a 75)
En este tramo, la amenaza se duplica: por un lado, las pisadas gigantes en la nieve sugieren que el territorio ya no pertenece a los humanos. No se trata solo de nieve letal, sino de presencias físicas que ya caminan entre las ruinas de la ciudad. Esa escena, sin mostrar a las criaturas, intensifica el terror: el enemigo ahora tiene cuerpo, aunque no rostro.
Pero también aparece la otra cara del conflicto: la organización defensiva del ejército nacional. A diferencia de lo que ocurre en tantas distopías, el Estado no está del todo ausente. Hay un resto de institucionalidad, aunque precario. La aparición de los soldados introduce una nueva dimensión de la épica: ya no la de la célula doméstica que resiste sola, sino la posibilidad de una articulación colectiva para la defensa.
Esta transición es clave: Salvo y los suyos ya no son apenas sobrevivientes improvisados. Al ser incorporados a una organización mayor, su lucha adquiere carácter político. Se pasa de lo íntimo a lo público, de lo barrial a lo militar. No desaparece la épica civil, pero empieza a dialogar con una lógica estratégica más amplia.
A nivel simbólico, la secuencia puede leerse como la emergencia de una resistencia republicana frente al avance de un orden monstruoso. No hay triunfalismo: el ejército no representa una salvación divina, sino una forma más de sostenerse. Su sola existencia es un acto de obstinación humana.
Finalmente, el contacto con otros grupos sugiere la necesidad de la cooperación estructurada. Ya no alcanza con la amistad o el ingenio casero. La lucha escala, y con ella, las formas de organización. En este marco, la épica no se desplaza hacia la guerra tradicional, sino que integra la experiencia previa: sigue siendo la historia de hombres comunes, enfrentando lo inhumano con lo que tienen, pero ahora dentro de una red humana más compleja, tensa, necesaria.
📘 El Eternauta — De la página 76 a la 80
Subtítulo: El ejército en acción y la aparición de los cascarudos
🔹 Resumen (págs. 76 a 80)
Juan Salvo y su grupo, ahora vinculados al ejército, conocen las primeras acciones organizadas de resistencia. Los soldados han montado posiciones, distribuyen armas y tratan de contener la amenaza. Se percibe disciplina, aunque también desconcierto: el enemigo no se presenta de manera convencional.
En medio de este despliegue aparece por primera vez de forma clara uno de los invasores visibles: los cascarudos. Son criaturas enormes, con aspecto de insectos blindados, que avanzan pesadamente por las calles nevadas. El fuego de las armas los alcanza, pero su coraza resiste en parte los disparos, lo que los convierte en enemigos difíciles de abatir.
El grupo observa cómo el ejército combate a estas bestias con ametralladoras y granadas. El espectáculo es brutal: las criaturas caen, pero no sin antes causar estragos y sembrar el terror. Es la confirmación definitiva de que la amenaza no es solo la nieve ni los hombres armados en camiones: hay seres monstruosos operando en la invasión.
En estas páginas se establece la primera batalla abierta, con la ciudad como escenario y la presencia militar intentando frenar el avance de los cascarudos.
🔹 Interpretación alegórica y lectura épico-civil (págs. 76 a 80)
La irrupción de los cascarudos marca un quiebre en el relato: la amenaza deja de ser invisible o sugerida (nieve, huellas, camiones) y se hace cuerpo monstruoso. Alegóricamente, representan la deshumanización absoluta: figuras descomunales, acorazadas, que avanzan sin pausa. Son la metáfora del poder ciego, pesado, difícil de detener, que arrolla con su mera presencia.
La reacción del ejército introduce un nuevo nivel en la épica del Eternauta. Hasta acá, lo heroico residía en el ámbito doméstico: proteger la casa, fabricar trajes, sostener la amistad. Ahora, la épica se expande a lo público: la comunidad armada organizada que combate cara a cara a un enemigo visible. Pero esta no es una épica gloriosa: es desesperada. Los cascarudos no se enfrentan como iguales; la guerra es desigual, y aun con armas pesadas, los hombres apenas logran detenerlos.
A nivel simbólico, esta secuencia muestra la tensión entre dos formas de resistencia:
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La épica civil (el grupo de Salvo, basado en la solidaridad y la observación).
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La épica militar (el ejército, con armas, disciplina, combate frontal).
La aparición de los cascarudos une ambas dimensiones: confirma que la amenaza es real y visible, y que la lucha no puede limitarse a lo privado. Pero también deja en claro que la guerra tradicional es insuficiente: ninguna bala destruye del todo lo inhumano.
La escena es clave porque convierte al relato en una epopeya de escala mayor. Hasta la página 75 el enemigo era sobre todo invisible; ahora se muestra en cuerpo monstruoso. Y el héroe civil —Juan Salvo— ingresa en el terreno de la guerra abierta, pero sin dejar de ser un hombre común.
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Material complementario
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